VÓMITOS EN BEBES
Tenía muchas ganas de contaros esto, por si alguien se encuentra en esta misma situación y
al igual que hice yo en su día, recurre a internet en busca de la experiencia
de otros padres que hayan pasado por lo mismo, porque el ver vomitar a un bebe y más cuando son tan pequeñitos, es muy difícil. Os adelanto ya que todo termino bien.
Esta fue mi
experiencia:
Tuve la suerte
de que mis pequeñas que nacieron sin ninguna complicación. Fue por cesárea a las 37 + 5 semanas, pesaron 2,
260 Kg y 2, 370 Kg por lo que no tuvieron que ir a la incubadora. De hecho,
¡¡Las subieron a la habitación antes que a mi!!
Las niñas evolucionaron muy bien por lo que a
los tres días me dieron el alta y pudimos irnos junto con papa, los cuatro para
casa.
Pero a los 10
días de nacer, Julia vomito dos veces y tuve que correr para urgencias.
La pediatra me
dijo que si las niñas tenían fiebre o vomitaban que me fuera para urgencias
porque al ser tan pequeñitas había riesgo de deshidratación y de
complicaciones.
La primera toma
que vomito lo hizo como por fases, pero la segunda fue un caño de leche. Os lo
describo con detalles porque al menos a mí casi me da un infarto al ver como
una niña tan pequeñita echaba tal cantidad de leche por la boca y con tanta
fuerza, pero luego me explicaron que no debía preocuparme, que los bebes
vomitan de esa manera.
Así que dejamos
a Elena en casa con la abuela (que por esos días se estaba quedando con
nosotros para ayudarnos) y mi marido y yo fuimos con Julia a urgencias.
Primer error:
Dejar a Elena en casa. Ahora os explico el porqué.
Al llegar a
urgencias la pincharon para mirarle la glucosa (que no estaba especialmente
baja), le hicieron un cultivo de orina, exploración completa y la dejaron
ingresada en observación unas 14 horas. En observación sólo podía estar una
persona por lo que mi marido tuvo que irse para casa y esperar. Julia dejo de
vomitar y me dijeron que la siguiera observando y que si vomitaba de nuevo más
de 3 tomas seguidas que regresara al hospital.
¿Qué pasó con
Elena? Ella fue la que paso la peor noche y eso que a ella no le pasaba nada.
Días antes tuve la precaución de sacarme leche y congelarla (os explico como lo hacía en este post ) por si algún día la
necesitaba. Ese día llegó antes de lo que pensé. Mi madre descongeló la leche,
se la dio en un bibi y fue capaz de saciar el hambre, pero no la necesidad de consuelo
que sólo una madre puede darle a un bebe con 10 días. Al menos, llegamos a esa
conclusión de que lloraba porque me echaba de menos, porque sólo consiguió
dormirse por agotamiento y cada vez que se despertaba se pasaba llorando todo
el tiempo hasta que se volvía a dormir y así hasta que yo regresé a casa.
Fue entrar por
la puerta, agarrarse a mi pecho y quedarse dormida, una vez terminó de comer,
en cuestión de segundos.
Los vómitos se
siguieron repitiendo a lo largo de los días aunque con menor frecuencia y casi
nunca varias veces seguidas (aunque alguna hubo y tuvimos que regresar al
hospital) y en las dos niñas (¿Os podéis imaginar lo que es tener dos bebes de
días y que ambas vomitan? Prefiero no recordarlo…) pero según me dijeron los
digestivos pediátricos que las vieron, no tenía de que preocuparme, hay niños
que vomitan con más facilidad que otros (al igual que los adultos) y mis niñas
eran, según las llamaron ellos, “de vómito fácil”.
Por suerte, con
el paso de los meses, los vómitos disminuyeron su frecuencia hasta que
desaparecieron.
¡¡Cuantas
lavadoras tuve que poner en los primeros meses!!
Espero que
nadie tenga que pasar por lo mismo, pero si es vuestro caso y por si os sirve,
aquí tenéis mi experiencia.
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